Llamamientos

Extraído de: https://contramadriz.espivblogs.net/2019/11/18/madrid-todas-las-balas-seran-devueltas-cop-25-no-esp-it-ing/

TODAS LAS BALAS SERÁN DEVUELTAS. COP25 NO: NI EN MADRID NI EN CHILE

A partir del 2 de diciembre, los dueños del mundo vienen a Madrid. Algunos de los mayores asesinos de este planeta, de los mayores responsables de su devastación. Vienen a llenar sus bocas y agendas con los próximos planes de “lucha contra el cambio climático”. Mientras el capitalismo global sigue intacto y el grueso de las emisiones de CO2 emanan de la producción industrial, mientras sus entidades continúan devastando bosques y montañas para extraer sus recursos naturales.

Y por si no fuera suficiente, al mismo tiempo, Chile arde, y sus calles siguen cubiertas de los casquillos del armamento de las fuerzas de seguridad. Pero Piñera no podía ver su agenda política perturbada por la revuelta, no podía admitir el foco mediático cuestionando su mandato ante tal estallido social. Y gracias a la amabilidad del gobierno de España ahora podrá continuar con sus planes sin despeinarse.

Pero en Chile la normalidad ya no podía sostenerse, y nosotras tampoco queremos sostenerla aquí. No vamos a permitir a los líderes mundiales reunirse a diseñar la destrucción bajo la apariencia de la sostenibilidad y e respeto, como si todo marchase con perfecta normalidad. Como si no llevaran ya destruyendo todo este tiempo, como si no cargasen miles de cadáveres a sus espaldas. No les vamos a otorgar tal legitimidad. También, porque sabemos, que la mejor manera de solidarizarse con las rebeldes no es otra cosa que extender la revuelta. Como en Hamburgo, queremos que esta cumbre se convierta en su infierno.

Por eso animamos a las enemigas de este sistema a reunirse en Madrid, en las fechas en que los dueños del mundo se citan en esta ciudad. Permaneced atentas a las próximas convocatorias e informaciones. Se habilitarán espacios para acoger a las que lleguen de otros lugares.

Por otro lado, tampoco confiamos en que las políticas que se gestan en parlamentos y despachos vayan a detener la destrucción o a frenar el camino hacia el colapso, que cada vez se vuelve más inevitable. Pero confiamos en la capacidad de actuar de cada una, de manera individual o en grupos. Por eso queremos hacer un llamamiento a la acción descentralizada para señalar a los responsables de la destrucción medioambiental. Los políticos no van a actuar en contra de los intereses del capitalismo, pero nosotras sí. Contra el cambio climático; acción directa.

Guerra a quien destruye la tierra.


Extraído de https://cumbresocialclima.net

Llamamiento a participar en la Cumbre Social por el Clima de la COP 25 en Madrid

Más allá de la COP25: los pueblos por el clima

Las decisiones unilaterales del gobierno chileno de Sebastián Piñera de cancelar la celebración de la COP 25 en Chile –ignorando a los movimientos sociales chilenos y del resto de América Latina y su trabajo previo de meses– y del gobierno de Pedro Sánchez de acoger el evento, obligan a los movimientos sociales del Estado español a tomar un relevo sobre el que no han sido consultados, en un marco temporal casi inasumible para garantizar una participación y contestación social adecuadas.

Siendo conscientes del claro eurocentrismo que implica la celebración de una COP en un país europeo por tercer año consecutivo, aceptamos el reto de articular protestas y críticas contra estas políticas como una enorme responsabilidad. Lo hacemos desde la rabia e impotencia ante las injusticias y atrocidades que se están cometiendo contra el pueblo chileno, desde la solidaridad y apoyo frente a la decisión de continuar con la celebración de la Cumbre de los Pueblos y de la Cumbre Social por la Acción Climática en Chile, y desde la determinación de intentar generar un espacio donde su voz también pueda ser escuchada.

Condenamos de forma tajante y sin tapujos la violación de derechos humanos en Chile y exigimos su cese. La declaración de guerra contra el pueblo chileno por parte de su gobierno es un ataque a la democracia y a la lucha por la justicia social. Demandamos que los responsables de esta represión sean sancionados. Queremos poner bajo el foco que la protesta social en Chile y en otros lugares del mundo es también la expresión de la crisis ecológica. El paradigma del crecimiento económico ilimitado está estrellando a la humanidad contra unos límites planetarios que desde el sistema económico se insiste en invisibilizar.

Vivimos tiempos convulsos de auténtica emergencia ecológica, climática y social. El diagnóstico científico es diáfano respecto a la gravedad y la urgencia del momento. El crecimiento económico se produce a costa de las personas más vulnerables: las personas racializadas, las personas indígenas, el campesinado, las personas empobrecidas, las personas migrantes, las personas LGBTI y queer, las comunidades de vanguardia en resistencia… Y se produce también a costa de nuestro entorno, las demás especies y los ecosistemas. Las mujeres, que forman parte de todos estos colectivos, se ven afectadas diferencialmente y son víctimas de las peores consecuencias del modelo capitalista cisheteropatriarcal.

Como activistas con base en el Estado español y la Unión Europea, queremos asumir la responsabilidad de denunciar el papel explotador de las regiones enriquecidas del mundo y su protagonismo en la generación de “zonas de sacrificio” en países empobrecidos, a través del extractivismo energético, material y cultural, que destruye comunidades y bienes comunes. Estamos viviendo en países que impulsan el consumo y la destrucción de la humanidad y la naturaleza, imponiendo nuestros modelos y visiones del mundo en otras partes del planeta.

Desde estos mismos países, que poseen una gran capacidad militar (especialmente armamento nuclear), se impulsa un nuevo concepto de securitización climática para proteger sus intereses por medio de la ocupación de importantes nichos de poder y dejando el control de tecnologías clave para la transición energética en manos grandes empresas de seguridad, mientras se incrementa la militarización de las fronteras y se acaparan tierras por todo el planeta. El cambio climático continuará alimentando conflictos armados y guerras a gran escala y violencia entre comunidades.

Desde esta posición privilegiada, nos comprometemos a asumir la responsabilidad de nuestro pasado común, presente y futuro. Nos rebelamos para cambiar este sistema letal.

Es necesario desenmascarar la hipocresía de gobiernos que llevan décadas fracasando en las negociaciones climáticas, al tiempo que blindan tratados comerciales y de inversiones como herramientas de dominación del capital, dirigidos a perpetuar el desequilibrio de poder que permiten el lujo de unas pocas personas a costa del sufrimiento de la mayoría, acaparando, privatizando y financiarizando cada vez mayores esferas de la vida. Esos mismos gobiernos alimentan la industria fósil con subsidios millonarios y protegen y rescatan bancos fósiles que se lucran con la crisis climática y la devastación ambiental y social.

El papel de las empresas transnacionales españolas y europeas en regiones como América Latina han supuesto una prolongación de la larga noche de los 500 años de colonialismo, acrecentando la crisis ecológica, y minando las posibilidades de soberanía de los pueblos. Chile, hoy, es la expresión del cansancio de las políticas neoliberales y extractivistas en todo el continente. América Latina es Chile y Chile es América Latina.

Creemos en la justicia climática como el eje vertebrador de la lucha social de nuestro tiempo: porque la sostenibilidad es imposible sin justicia social, y la justicia no existe sin un respeto a todos los seres que viven en el planeta. La justicia climática es el paraguas más amplio que existe para proteger bajo su esfera toda la diversidad de luchas por otro mundo posible: ecologismo, activismo climático, feminismo, LGBTIQ+, sindicalismo, antirracismo, antifascismo, antimilitarismo, movimientos decoloniales, movimiento indígena, movimiento campesino, movimiento rural… Promovemos la justicia climática como un movimiento de movimientos en el que quepan muchos mundos diversos.

Nos comprometemos a trabajar para dar visibilidad a las demandas que garanticen una transición justa realizada con la rapidez suficiente, para evitar nuevas catástrofes, como un calentamiento por encima de los 1.5°C o el colapso de los ecosistemas y la sociedad. Es necesario tomar decisiones basadas en la ciencia; la comunidad científica ya ha indicado con claridad la necesidad de dejar la mayor parte de los combustibles fósiles en el subsuelo, sin extraer, para lograr una reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero que estén a la altura del reto climático.

Por ello nos rebelamos contra los modelos extractivistas relacionados con la producción y consumo de energía fósil en todo el mundo, así como rechazamos también con especial énfasis el uso civil y militar de la energía nuclear.

Instamos a un cambio radical en el modelo de movilidad que conduzca a la reducción del transporte masivo de mercancías y personas, causantes entre otros problemas de la turistificación y gentrificación exacerbadas en las ciudades, donde generan graves desigualdades sociales. El modelo de transporte debe paliar al mismo tiempo el creciente aislamiento del medio rural, una de las causas de su progresivo despoblamiento.

Denunciamos los intentos de promover falsas soluciones como aquellas basadas en la geoingeniería, que pretenden mantener el statu quo del actual sistema productivo, aleja el foco de las verdaderas soluciones y amenaza, además, con desiguales impactos a escala planetaria que nuevamente sacrificará primero a las comunidades más desfavorecidas.

Denunciamos también la imposición de un modelo de producción y consumo que no reconoce la alimentación como un derecho y que es corresponsable de la crisis climática y de biodiversidad y condena al hambre a más de 800 millones de personas. Exigimos una transición agroecológica que impulse sistemas justos y sostenibles, que respeten la soberanía alimentaria de los pueblos.

De igual forma, denunciamos la imposición de un modelo de producción y consumo basado en el “usar y tirar” que afecta una vez más a las personas más empobrecidas. Las cantidades ingentes de residuos producidos por los países enriquecidos son trasladados en su mayor parte a países del Sur obligando a vivir en una espiral de pobreza, violencia y condiciones insalubres a las comunidades y colectivos más vulnerables que habitan esos lugares.

Por otra parte la explosión social chilena y su brutal represión nos muestra que la crisis civilizatoria que vivimos es también una crisis democrática. Necesitamos avanzar hacia la construcción de modelos más democráticos de sociedad, que garanticen la toma de decisiones colectivas poniendo el bien común en el centro. En este sentido, la decisión de trasladar la COP 25 a Madrid supone también una merma democrática al comprometer los trabajos de meses de numerosas redes, colectivos y organizaciones de todo el mundo que no podrán ahora participar de la forma que habrían deseado.

Nos solidarizamos con quienes más sufren, con las personas trabajadoras y con las comunidades que están en primera línea de resistencia en todos los continentes. También nos solidarizamos con quienes menos han participado en alimentar la crisis climática y más acusan sus impactos. Apoyamos a todas las personas de cualquier género, origen, lengua, raza, etnia, capacidad física, orientación sexual, experiencia, edad y creencia.

Hacemos un llamamiento a personas y colectivos a rebelarse frente a un sistema capitalista opresor que expulsa cada vez a más personas –muchas de las cuales se ven obligadas a migrar de sus territorios– y esquilma de forma creciente las bases que sostienen la vida. Hacemos un llamamiento a participar en la respuesta social a la COP25 y a tejer red y construir comunidad frente a una crisis climática que es solo el síntoma más visible de un sistema profundamente injusto.

Invitamos a todas las personas y colectivos que se sientan interpelados por estas demandas a participar en la construcción de la Cumbre Social por el Clima, para rebelarse, proponer y tejer comunidad. Frente a la creciente represión y las estrategias para dividir y desmovilizar a los movimientos, mostraremos más unidad que nunca en la lucha común por la justicia.


Extraído de https://madrid.cnt.es/2019/11/05/ante-celebracion-conferencia-naciones-unidas-sobre-cambio-climatico-cop25-madrid/

Ante la celebración de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) en Madrid

 

CNT Comunidad Universitaria y Sector Científico

Próxima asamblea de CNT Comunidad Universitaria y Sector Científico el domingo 10 de noviembre a las 11 de la mañana, c/ Glorieta de Embajadores nº7

Nota previa: toda nuestra solidaridad con la población de Chile, y nuestra repulsa a la brutal represión estatal que está sufriendo. Quizá la celebración de la cumbre COP25 en Chile nunca debería haberse cancelado. Cualquier posible solución a la crisis climática pasa necesariamente por la avanzar hacia una situación de justicia social. Hubiera sido un buen escenario para evidenciar esta necesidad. Por desgracia, es más fácil darle la espalda.

La crisis climática demanda acciones urgentes. Acciones que requieren superar el dogma neoliberal del crecimiento económico ilimitado. Acciones que impliquen que ese necesario “echar el freno” no suponga un deterioro de las condiciones de vida de las de abajo, las que siempre sufrimos las resacas de las fiestas de las elites. Acciones dirigidas a buscar nuevas formas de producción y consumo. La crisis climática es, en definitiva, el síntoma de una enfermedad ya conocida llamada capitalismo.

Pensamos que la lucha contra la crisis climática no tiene por que empezar de cero, como si fuera un proyecto activista nuevo, sino que puede encontrar útiles los recursos y herramientas de las diversas luchas anticapitalistas que ya están en marcha, desde movimientos feministas a conflictos por derechos laborales. Ordenar luchas por orden de importancia, o pretender que son fenómenos que no solapan, es hacer trampas al solitario. Por ello, hacer hincapié en la necesidad de acción sobre la crisis climática y ocultar la necesidad de acción anticapitalista es, o bien una omisión irresponsable, o una estrategia premeditada. En este contexto, basta echar un vistazo a la agenda de la COP25 para darse cuenta que está lejos de ser la cumbre que la crisis climática necesita.

En los últimos años la crisis climática se ha convertido en un problema fundamental para millones de personas en todo el mundo. Las manifestaciones por el clima llenan las calles de las principales ciudades del planeta. En este escenario, la postura institucional se adapta, pero no cambia su objetivo de perpetuar el funcionamiento del sistema, que no va a modificar sus objetivos ni sus dinámicas. Se suceden las declaraciones de emergencia climática (vacías de contenido) y los gobiernos se comprometen con objetivos de reducción de emisiones (en los que se excluye la producción que externalizan a países perdedores de la globalización, para que salgan las cuentas). Que no cuenten con nosotras. Las soluciones a los problemas de la clase obrera han partido siempre desde abajo. Tenemos memoria; y no tenemos tiempo.

Señalamos a la cumbre COP25 como culpable de esta mascarada institucional. No pretenden dibujar el escenario necesario de acción contra el calentamiento global. Solo buscan seguir ganando tiempo para que el sistema capitalista pueda continuar con su dinámica habitual: acumular, a costa de nosotras y del planeta. Culpables son también los medios de comunicación que inundan periódicos y televisiones de contenido dictado por las elites. No nos podemos permitir dejarles hacer. Apostamos por la acción directa. Por la organización. Por crear movimiento.

La acción individual, desde reciclar a reducir viajes en avión, no es suficiente. En absoluto. Llenemos las asambleas de barrio, de vivienda, laborales. Incluyamos reivindicaciones propias de la lucha contra la crisis climática en cada uno de estos espacios. Que sigan surgiendo secciones sindicales en cada centro de trabajo. Que las acciones por la reducción de jornada, por el cambio de modelo energético, contra la precariedad, por servicios públicos, por la conciliación y, en definitiva, por una actividad laboral y de vida distintas, post-capitalistas, se diseñen y organicen desde abajo. Apostamos por una universidad y ciencia para el pueblo, que no sirva a los intereses del sistema, ni de bancos, ni farmacéuticas ni empresas armamentísticas. La ciencia y la universidad deben servir a los intereses de la clase obrera, entre lo que entra, sin duda, la lucha contra la crisis climática.

La celebración de la COP25 ha convertido a Madrid en el escenario donde librar un importante capítulo en la lucha contra la crisis climática. Nuestra voz se oirá. Las elites del sistema capitalista, culpables de esta crisis, sabrán que estamos aquí. Las instituciones, globales y locales, culpables de evitar soluciones y perpetuar el problema, sabrán que estamos aquí. Participaremos en las acciones de protesta durante la cumbre de la COP25. Aun así, el momento más importante, donde radica nuestra fuerza, no es en el día de protesta, algo necesario pero puntual. Nuestra fuerza está en la capacidad que tengamos de organizarnos y de dibujar una agenda a corto, medio y largo plazo. Y seguirla. A por ello.


Extraído de https://www.portaloaca.com/articulos/mundo-natural/14594-ante-la-cumbre-climatica-de-madrid-2019.html

Ante la cumbre climática de Madrid 2019

[Superar el capitalismo para salvar el planeta]

El pasado 1 de noviembre, la Mesa de Gobierno de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático decidió que la próxima cumbre del clima de 2019 (COP25) se celebrase en la ciudad de Madrid, bajo la presidencia de Chile y el apoyo del gobierno español.

Ninguna de estas cumbres ha servido para frenar la crisis climática. Los compromisos a los que llegan los países no se cumplen y otros tantos continúan desarrollando políticas que atentan contra el planeta. Pero no se trata solo de analizar qué políticas practican qué países con más o menos hegemonía en la geopolítica internacional. Hay un problema central que es la raíz que causa la crisis climática, y que los estados no se van a plantear: el sistema económico capitalista.

Un tercio de las emisiones de carbono las emiten grandes compañías de combustibles  fósiles como el petróleo, el gas natural o el carbón. Empresas como Saudi Aramco, Chevron, Gazprom, Exxon Mobil, National Iranian Oil Co, BP etc.[1] La contaminación a través de este tipo de energía está intrínsecamente relacionada tanto con la extracción y el procesado del producto como con su uso en la industria y el transporte y la emisión final de los distintos tipos de gases contaminantes a la atmósfera. Estas empresas están repartidas por todo el globo, por lo que no es un problema local de una zona concreta del planeta. Es un problema a nivel internacional en los cinco continentes. Y muchas de estas empresas radican precisamente en países que no acatan las decisiones que se toman en las cumbres. Además, este tipo de empresas forman lobbies y grupos de presión para forzar a los gobiernos a que desarrollen políticas que las beneficien económicamente.

Y no son solo las clásicas empresas de hidrocarburos y combustibles fósiles las que contaminan. El uso de las nuevas tecnologías y la adaptación del trabajo, la producción y el consumo a la nueva era digital traerán consigo la necesidad de la explotación, procesado y comercialización de minerales como el litio, vanadio, berilio, germanio, niobio y otros minerales raros[2]. Las nuevas tecnologías son un sector estratégico en la geopolítica internacional, dado que las economías de las sociedades desarrolladas van a depender de los productos derivados de estos minerales. Es más, muchas de las energías limpias que se puedan desarrollar en un futuro van a depender íntegramente de estos minerales. Para extraer y explotar este tipo de minerales, se devastan cientos de miles de kilómetros de terreno, arrasando ecosistemas enteros y desplazando sociedades, destruyendo sus formas de vida. La consiguiente dependencia económica de los países desarrollados de este tipo de minerales va a requerir acelerar la devastación que ya se da en continentes como África, América o Asia.

El proceso de degradación climática no se debe a causas naturales, está ligado intrínsecamente con el sistema económico capitalista. El proceso de industrialización del siglo XIX, la explotación del combustible fósil, la explotación de la minería a gran escala, así como las grandes empresas y gobiernos que se han beneficiado explotando el planeta hasta superar su capacidad de regeneración, son los culpables directos de la degradación ambiental actual.

Y en la península ibérica ya se notan consecuencias[3] como:

– Disminución de las lluvias de forma consecutiva.

– Aumento de la temperatura: más frecuencia de días con temperaturas máximas y extremas.

– Disminución de la cuenca hidrográfica, que tiene como consecuencia directa la disminución de recursos hídricos.

– Más facilidad de adaptación de especies invasoras tropicales.

– Desertización de la península con la consecuencia de la pérdida de suelo fértil.

– Aumento de los incendios.

– Aumento de la temperatura del océano con la consecuencia directa de la acidificación y la modificación de la distribución de las especies marinas.

El planeta tiene un problema grave, y este es el capitalismo. Los compromisos y ciertas políticas que se puedan adoptar en esta y posteriores cumbres climáticas no van a atajar el problema. Los estados seguirán beneficiando a las grandes compañías antes citadas y a las grandes industrias eléctricas, como ha estado pasando en España con el polémico «impuesto al sol». La COP25 da por hecho que el cambio del clima es inevitable, por lo que es solo un engranaje del sistema capitalista para garantizar que este se siga desarrollando y adaptando a nuevas exigencias por el cambio de las condiciones climáticas.

El planeta solo puede salvarse cambiando el modelo productivo y de consumo por un modelo socialista que esté enfocado en las personas y el planeta, y no a los intereses geopolíticos de los estados o las grandes corporaciones empresariales. Un modelo económico que:

– Respete la naturaleza y la biodiversidad.

– Que socialice los medios de producción con el fin de superar el sistema capitalista.

– Que lo gestionen los trabajadores por sí mismos a través de federaciones de producción y consumo.

– Basado en la cooperación entre personas y sociedades, nunca en la competición.

– Con un modelo científico al servicio de las personas y de la biodiversidad del planeta.

Por la anarquía.

[1] https://www.theguardian.com/environment/2019/oct/09/revealed-20-firms-third-carbon-emissions

[2] https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/09/26/5d8b7ca121efa0c7778b4614.html

[3] https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/10/el-cambio-climatico-en-espana-impacto-y-consecuencias